Casi seis años después de recibir disparos en la cara y el cuello por parte de los talibanes por defender los derechos de las niñas, Malala Yousafzai, de 20 años, regresó el jueves a Pakistán.
Se espera que Yousafzai, la ganadora más joven del Premio Nobel de la Paz, se encuentre con el primer ministro Shahid Khaqan Abbasi durante su estadía en Islamabad, ciudad que está en alerta máxima por cuestiones de seguridad debido a su visita.
En 2012, un atacante de los talibanes pakistaníes atacó a Yousafzai, de 14 años, y a sus compañeros de clase en su autobús escolar en Mingora, en el valle Swat de Pakistán.
Gravemente herida, Yousafzai fue trasladada en helicóptero desde un hospital militar en Pakistán a otro, donde los médicos la colocaron en un coma inducido médicamente para que una ambulancia aérea pudiera llevarla en avión a Gran Bretaña para recibir tratamiento.
Poco más de una semana después de recibir el disparo, Yousafzai volvió a ponerse de pie, capaz de pararse al apoyarse en el brazo de una enfermera en el Hospital Queen Elizabeth en Birmingham, Inglaterra.
Desde su ataque, Yousafzai continuó siendo una activista apasionada que lucha por que las niñas tengan derecho a la educación en cualquier parte del mundo. Fundó el Fondo Malala, que invierte en iniciativas educativas locales para niñas en Pakistán, Afganistán, Nigeria y Kenia, y en Jordania, donde se concentra en los refugiados sirios.
Después de que Yousafzai fue atacada, los talibanes emitieron una declaración diciendo que la atacarían de nuevo si sobrevivía.
En su más reciente entrevista pública habló con el presentador David Letterman sobre cómo echaba de menos “los ríos y las montañas” de su casa en Swat y todo lo que quería era que “sus pies toquen el suelo de la casa”.
Nacida en la ciudad de Mingora, Yousafzai asistió persistentemente a la escuela allí a pesar de la creciente amenaza de los fundamentalistas que se oponen a que las niñas reciban educación.