En un campo al aire libre en las afueras de la ciudad de Raqqa, en Siria, trabajadores en uniformes negros, mascarillas quirúrgicas y cascos desenterraron bajo un implacable sol cadáveres de una fosa común descubierta el mes pasado.
Hasta ahora han sacado 313 restos desde que descubrieron la fosa, dijo un funcionario. Todos los restos son de hombres, mujeres y niños que habrían sido asesinados durante el régimen del grupo Estado Islámico en la ciudad del norte del país, que fue la capital de facto del llamado califato islámico del grupo extremista y lugar donde el grupo cometió atrocidades.
Por ese tiempo el grupo controlaba grandes áreas del territorio de Siria e Irak bajo su versión radical del regulaciones islámicas.
Las fuerzas sirias respaldadas por Estados Unidos retomaron Raqqa en 2017 luego de una larga campaña que dejó a la ciudad en ruinas. Desde entonces, una organización conocida como el Concilio Civil de Raqqa ha estado trabajando para desenterrar fosas comunes en la ciudad y sus alrededores, en medio de preocupaciones por la preservación de restos y evidencias para posibles juicios por crímenes de guerra. Organizaciones internacionales de derechos humanos denuncian que grupos locales no están recibiendo el apoyo necesario en conocimiento forense y recursos humanos.
Yasser al-Khamees, quien dirige un equipo de socorristas, dijo que los trabajadores han desenterrado 4 mil 760 restos de una serie de fosas comunes a partir de enero de 2018.