Desde la nueva Casa Blanca de Donald Trump hasta los exitosos ataques cibernéticos atribuidos a Rusia o el rápido avance armamentístico norcoreano.
Recopilamos cuatro de los momentos más importantes del año y analizamos sus posibles consecuencias para 2018.
Bienvenido, Trump
Contra todo -o casi todo- pronóstico, el multimillonario Donald Trump se instaló en la Casa Blanca en enero y desde entonces no ha dejado de desafiar las normas establecidas.
En menos de un año le dio tiempo de abandonar organismos multilaterales, despreciar la lucha global contra el cambio climático, recelar de sus propios servicios de inteligencia para defender a un histórico enemigo del país o avivar la crisis más importante en Asia-Pacífico a golpe de tuit.
Thomas Wright, veterano experto en política internacional de la Institución Brookings, aseguró durante la carrera presidencial que las elecciones que disputaban Hillary Clinton y Donald Trump eran las más importantes en el mundo desde los comicios que llevaron a Hitler al poder en 1932.
“Ninguna otra votación había tenido la capacidad de acabar completamente con el orden internacional”, escribió entonces en Twitter.
Hoy cree que no se equivocó del todo.
“Creo que, de hecho, la elección de Trump marcó un nuevo período del orden internacional (…) Pero algo en lo que no tenía toda la razón es que (Trump) no ha tenido mucha gente que le haya ayudado a llevar a la práctica sus opiniones”, dice en una conversación con BBC Mundo.
El año, en opinión del analista, ha sido una “competición” entre Trump y “su opinión visceral de la política exterior y los cambios radicales” y “la burocracia más convencional” que empuja a seguir con lo establecido.
La clave para 2018 será si ese equipo que restringe la actuación del nuevo presidente se queda o se marcha, augura Wright, haciendo referencia a la incertidumbre que rodea al secretario de Estado Rex Tillerson.
De momento, hay varias potencias que se han beneficiado, de una manera o de otra, del giro trumpista de Estados Unidos. Entre ellas, Rusia.
Los “trolls” rusos, sin fronteras
Desde el primer momento de 2017 e incluso antes de que Trump se estrenara como jefe de Estado, los servicios de inteligencia estadounidenses reafirmaron que Rusia intervino en las elecciones presidenciales.
Sería el punto de partida de un año en el que la sombra de la injerencia rusa no ha conocido fronteras: se produjeron denuncias desde América hasta España, con el caso de la crisis catalana.
La “maquinaria de trolls” atribuida a Putin —quien ha negado todas las acusaciones— está desafiando “el orden mundial liberal que se creó tras la Segunda Guerra Mundial”, considera el experto en ciberseguridad James Andrew Lewis, vicepresidente en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus sigla en inglés) de Washington.
Al igual que China y otros países, Rusia “no está contenta” con el actual sistema y desde la posición de “víctima” ha encontrado una herramienta muy efectiva para minar las normas democráticas de Occidente, opina Lewis.
“Ha dado con una doctrina totalmente nueva para crear un conflicto entre Estados y Occidente no ha encontrado la manera de responder”, señala el especialista, en referencia a las “noticias falsas” o fake news.
El experto, con amplia experiencia gubernamental, considera que la culpa del éxito de esos trolls radica en parte en la visión optimista que se tiene de internet en Occidente y augura una larga batalla en 2018 para tratar de frenar estas actividades.
“La gente de las empresas tecnológicas piensan que (la red) es un fuerza democratizadora, pero ignoran sus tremendas consecuencias negativas (trolls, comentarios hostiles de la gente, anonimato…)”.
“Internet fue creado como si todo fuera el norte de California, pero el mundo no es así”, dice en referencia al corazón tecnológico de Estados Unidos.
China pide paso
Tras unos años en los que China ha ido incrementando su presencia internacional y alzando la voz en asuntos de interés global, el presidente Xi Jinping confirmó este año que esa tendencia irá a más.
En un discurso que marcó la primera mitad de su mandato, Xi desveló sus objetivos para las próximas décadas: entre ellos, que China se convierta en “líder global” en cuanto a fortaleza nacional e influencia internacional para el año 2050.
Y ya ha abierto camino este 2017, con proyectos que tratan de dibujar un nuevo orden mundial en el que Asia gane presencia.
Algunos ejemplos son:
- la nueva Ruta de la Seda, la iniciativa de millonarias inversiones en infraestructura para unir Oriente y Occidente
- y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB, por sus siglas en inglés), un banco multilateral de cosecha propia y que ha conseguido respaldo internacional pese al recelo de Japón y EE.UU.
“¿China está tratando de cambiar el orden internacional de alguna manera? Depende de cómo definas cambiar. Por supuesto que China está haciendo sus contribuciones para tratar de redefinir el orden actual y conseguir que sus propuestas estén sobre la mesa. El AIIB es un perfecto ejemplo de eso”, comenta Wang Dong, profesor de estudios internacionales de la Universidad de Pekín.
En conversación con BBC Mundo, Wang lamenta que muchos de “los esfuerzos que ha estado realizando China se hayan obviado” por “prejuicios ideológicos”, pues opina que la concepción del orden internacional como un sistema “liberal”, con estándares occidentales, excluye directamente a Pekín.
“Creo que existe una percepción equivocada y problemática (…) No tiene en cuenta el hecho de que China ha estado defendiendo el sistema actual mucho más que Estados Unidos”, apunta el profesor.
“China no está desafiando el orden mundial, está mejorándolo” Wang Dong, profesor de estudios internacionales de la Universidad de Peking
Wang recuerda sonadas acciones de Trump este año: como ordenar la salida de EE.UU. de la Unesco, del Acuerdo de París o del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica; mientras Xi ocupaba el espacio de líder como adalid de la globalización o defensor de la lucha contra el cambio climático.
Un misil de larga distancia
Era su tercera prueba de un misil intercontinental, los llamados ICBM, y Corea del Norte declaró que había conseguido un hito.
El proyectil “puede portar una ojiva súper grande y pesada y es capaz de alcanzar todo el territorio continental de EE.UU.”, afirmó en noviembre la particular presentadora de la televisión norcoreana que suele protagonizar los grandes anuncios del país.
Los especialistas extranjeros aún tienen dudas de que Pyongyang realmente haya desarrollado la tecnología necesaria para que sus misiles completen su misión sin problemas, pero advierten que los avances logrados este 2017 le acercan a su objetivo.
Y, por ende, vuelve la amenaza nuclear.
“Están a un paso técnico de completar su programa nuclear“, aseguró en conversación con BBC Mundo Sue Mi Terry, quien trabajó como analista de asuntos coreanos para la CIA de 2001 a 2008, y como consejera del gobierno de Georg W. Bush y Barack Obama.
Si Pyongyang se convierte en potencia nuclear, “cambiará radicalmente el panorama en Asia oriental”, advierte.
La analista, asociada actualmente con el Centro de Estudios Estratégicos y de Seguridad (CSIS, por su sigla en inglés) de Washington, cree que el régimen norcoreano probablemente logrará su meta el año que viene, por lo que EE.UU. se enfrenta a una decisión muy difícil: “o vivir con Corea del Norte como potencia nuclear o… la verdad que es no hay otra”.
“La otra es la opción militar, que obviamente tiene consecuencias catastróficas”.
Si Corea del Norte consigue entrar en el exclusivo club de las potencias nucleares podría provocar que Corea del Sur o Japón también pensaran en armarse.
En 2018, “lo que es más probable que ocurra es que Estados Unidos continúe ejerciendo presión sobre Corea del Norte”, incluso si eso no evita que Pyongyang logre su meta, a la vez que se resiste a reconocer que Kim Jong-un es capaz de lanzar un ataque nuclear, dice Sue Mi Terry.
Se auguran turbulencias.